Somos la historia que nos contamos y nuestro cuerpo contiene célula a célula cada gramo de esta historia.
Las historias que te cuentas dicen mucho más de lo que crees y las que no te cuentas, también, pues tu cuerpo lo expresa todo.
No podemos no comunicar. Somos seres narrantes. Todo el día estamos contándonos historias. Tooodo el día. Y también parte de la noche. Los protagonistas de estas historias evolucionan, ¿verdad? y nosotros también, a través de las historias que nos contamos, a no ser, eso sí, que siempre nos contemos la misma historia. Este es el gran handicap del ser narrante... la repetición. Puñetera.
Los seres humanos tenemos la capacidad de crear según somos capaces de poner lo que vemos, sentimos y olemos en palabras. A esta forma de percibir lo que ocurre fuera y dentro de nosotros, le llamamos realidad. Una vez nos hemos creído a fondo todo lo que nos contamos, no hay quien nos saque de ahí, la realidad real tampoco. Actuamos el personaje hasta el final, hasta que llega un día, que el cuento, como todos los cuentos, se da la vuelta, y es nuestra forma de narrar, la que crea ahora la realidad, y ahí ya estamos muy mal, lo que vivimos y lo que deseamos, no coincide.
Así, todos, cada uno de nosotros tenemos una única realidad, distinta a lo real, real, y a la de los demás. Y por eso, cuando veo a una persona y escucho lo que se cuenta, con la voz, con las palabras, con los gestos, pero más aún con su forma física y con su lenguaje corporal, entiendo el cuento que se cuenta y lo que hay detrás: sus valores, sus creencias, su motivación, su talento y sus resistencias.
Basta un minuto para que una persona nos diga quién es. Ya sea porque lo dice o porque no lo dice.
El ser humano, es un ser repetitivo, cuántas veces nos contamos las mismas cosas, cuántas veces repetimos la misma historia, cuántas veces nos damos con la misma piedra. En cada uno de nosotros hay un cuento primordial, un leitmotiv, un hilo conductor que es el eje interior en torno al cual gira todo, y basta con que introduzcamos un cambio mínimo en la mirada de uno de sus personajes, para que todo cambie en el cuento, y también en nosotros.
Soy Nuria Moreno, y me “encuenta” mi cuento. Soy quien quiero ser y hago lo que me gusta hacer. Trabajo la motivación, el talento y el sueño de las personas. Es un súper cuento. Fabuloso. Mágico. Un sueño que durante mucho tiempo no me atreví a soñar, aunque ya lo vivía. Yo nunca hablaría de retención de talento. No puedo entender esta expresión. Simplemente, son dos palabras que no encajan. Yo colaboro más bien con la fuga de talento, pues el talento no es algo que se deba, se pueda, o se deje retener, no externamente por lo menos. Nada exterior a ti te impide ser quien eres. Es absurdo. Lo único que lo puede contener, son tus propias resistencias. Ningún formato exterior a ti es responsable de que no vivas ya en tu talento, en tu cuento, en quien tú realmente eres. Si no estás fluyendo ya, entonces sí que vives un cuento, pero el de otro. Cuando el talento puja por salir, no te deja tranquilo, te demanda día y noche trabajar identidad, esencia, observación. Cuando ya estás ahí, también demanda identidad, esencia, observación. Ya lo sé, es lo mismo, pero ya es otra cosa. Ya no dejas de estar presente, salvo para comprobar el otro lado de la moneda, tu "menos yo", y volverte a colocar en positivo, en confianza. Otro handicap del ser narrante, la incredulidad. Necesitamos comprobar una y otra vez estar en el camino certero del alma, una especie reconfirmación constante de que me siento yo, en mi salsa, nurísima, por poner un ejemplo. Es una cuestión de fe, de fidelidad, de confianza, en nosotros mismos. La diferencia entre mi más yo y mi menos yo, es el disfrute, la gratitud, la creatividad. Estar alineado con tu talento es una motivación sin fin. Lo que hay dentro brota desde lo más profundo con facilidad y no puede no expresarse, estalla. Y te satisface mares. Si estás en ese momento, te invito a una sesión para descubrir tu talento y tomar ese impulso definitivo a un océano de estímulos para desplegar tus alas, o tus aletas.
Eres lo que te cuentas, por eso puedes llegar a ser quien quieras ser, quien te quepa imaginar o quien te atrevas a soñar. Al final siempre serás quien siempre fuiste, pero a otra escala. Persigue tu sueño más alto, pero primero, conócete. Elige cara o cruz. En qué lado de la moneda quieres estar. Comprueba cómo se siente. Y decíde. Toma una dirección. Apuesta. Arriesga. La seguridad exterior no existe. Todo es una cuestión de confianza en ti mismo, de saber quién eres. De apostar por ti.
Tu comunicación no verbal también narra tu historia personal, porque también cuenta, lo que no acertamos a poner en palabras. No podemos no comunicar.
¿Y tú? ¿qué te cuentas? ¡Cuéntame!
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