Impactar, persuadir, seducir, informar, contar, describir, narrar, conmover, conectar, hablar, argumentar, transmitir, evocar, sensibilizar. Todas estas son formas de una misma cosa, comunicar, pero ¿cuál es el matiz que las distingue? ¿Cuál es su origen? ¿Cuál su consecuencia?
No es lo mismo emocionar que sensibilizar, seducir que impactar, informar que comunicar. Cada una de estas formas responde a uno de estos focos: el qué, el cómo, el por qué y el para qué. Con el qué soy directo, con el cómo adorno, con el por qué argumento y con el para qué voy más allá de puramente informar, persuadir o convencer. Aquí aparte de un objetivo, de un qué, hay un propósito, un para qué, y esto significa a su vez que hay una visión a largo plazo, un análisis profundo y una forma de expresión sutil, rica, elegante, culta y refinada. El qué es directo, impacta por su brevedad, tiene fuerza, da seguridad. Capta la atención y transmite confianza. El para qué es otra cosa, es delicado, sensible, frágil en su expresión y fuerte en sus raíces, pues va a la esencia de las cosas. Se expresa con total sutilidad en verbo y gesto, tocando los corazones, las almas y las conciencias. Sensibilizar, une. Va más allá del yo, el qué, del nosotros, el cómo, y de las ideas, los porqués, pues alcanza esferas que están más allá de nosotros pero que nos atañen a todos.
En cualquiera de los casos, a cada momento y a cada persona le corresponde un estilo comunicativo. Sea cual sea el tuyo, todo buen comunicador debe manejar los cuatro focos y jugar con ellos con la destreza de un malabarista. Todos debemos ser capaces de ser breves y concretos para empezar, pero también debemos ser capaces de conectar con el cómo hilando muy bien los qués y los porqués. Manejar con destreza los porqués, siendo capaces de mostrar un mismo tema desde diferentes ángulos y perspectivas, como si de un prisma se tratara, mostrará que tenemos un absoluto dominio del asunto que nos concierne, transmitiendo una gran seguridad a la vez que una gran riqueza dialéctica, que eleva el discurso al mismo tiempo que lo hace interesante, a él y a ti. Cuando dominamos tan ricamente los porqués, no tendrán por dónde pillarnos, revelará que tenemos respuestas para todo. Por último el para qué, si se nos olvida esto, nos hemos pedido en algún sitio nuestro alma, o quizás seremos buenos comerciales, que no comunicadores. Los para qué tienen que ver con nuestros valores más profundos. Nuestro único y personal leitmotiv es existencial, da sentido a nuestra vida, y cuando lo sacamos, comunica desde un lugar distinto, con un tono de voz distinto y con distintos vocablos y recursos dialécticos, necesita una manera especial de expresarse. Comunicar se hace con los 5 sentidos, de los pies a la cabeza y con el alma.
¿Estás de acuerdo?
Nuria Moreno www.nuriamoreno.com info@nuriamoreno.com
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