¿Por qué es difícil ser feliz?
Muy sencillo, porque es más fácil sufrir.
Ser feliz requiere un esfuerzo, el que nos permite tener el brillo en los ojos necesario para llegar a los lugares, personas y situaciones en los que somos felices.
¿Por qué es difícil ser feliz?
Porque buscamos una felicidad permanente y eso no existe. Felicidad y dolor van juntas de la mano. Las emociones son fluidas, una microexpresión de placer se diluye en una de dolor, porque los extremos se tocan, se suceden de una manera inmediata en el mismo instante. Buscamos permanecer en ese estado de felicidad permanente y no es posible.
¿Por qué es difícil ser feliz?
Ser feliz es un trabajo. Es un equilibrio entre fantasía y realidad. Nuestros deseos, recuerdos, anhelos y necesidades desvirtúan la realidad. Nos ayudan a evadirnos, sí, pero a un precio. Poner todo eso en orden… es un trabajo.
Sí, ser feliz es una cuestión de orden. Dicen los psicólogos que cuando nuestro entorno esta muy desordenado, nuestra mente no se tiene que ocupar de otras cuestiones más urgentes y profundas. Es una forma más de evasión. De hecho cuando necesitamos concentrarnos, recogemos y ordenamos todo para que nuestra mente pueda tener ese espacio. El orden en armarios y cajones, ayuda, pero no es todo. En otro nivel de órdenes, se encuentran los órdenes del amor. Como diría Bert Hellinger, el orden está por encima de la felicidad, o dicho de otro modo, ser felices depende del orden que reine en las relaciones familiares. Hay una serie de normas del amor en las relaciones familiares que se trasladan a los demás sistemas en los que nos relacionamos, la oficina, el colegio, los amigos.
Otra clave fundamental para ser feliz es cómo gestionamos nuestra energía. Esto es básico y obvio. Lo tenemos clarísimo cuando se trata de los niños. Los niños necesitan orden, pero según nos hacemos adultos, se nos olvida. Una energía bien regulada es una persona estable la mayor parte del tiempo. Pero los seres humanos malgastamos nuestra energía en pensamientos y conflictos absurdos a los que damos vueltas y más vueltas hasta llegar al desgaste y de una manera muy inconsciente. Como seres bipolares que somos, el equilibrio entre actividad y descanso, dar y recibir, dentro y fuera, llenan y vacían nuestra energía vital y también generan algunas enfermedades psicosomáticas y musculares, como migrañas, fibromialgia y tensiones, etc…
Otra factor esencial en la búsqueda de la felicidad es tomar tierra, el factor realidad. Como recurso evitativo del sufrimiento y de todo lo que es incómodo y postergamos, creamos mundos paralelos y a veces nos perdemos la vida misma por vivir en un mundo de fantasías. Cuando aunar esos mundos resulta inviable, se genera una gran frustración y perdemos el suelo bajo los pies.
Solo podemos ser felices aquí y ahora. Unas veces miramos demasiado al pasado confundidos con recuerdos de tiempos mejores, otras veces ansiamos con impaciencia momentos futuros, y se apodera de nosotros el baile san Vito y la compulsión.
No hemos aprendido a sostener el vacío, a vivir con tiempo, llenamos nuestra vida de actividades, eventos, comida, conversaciones y relaciones rápidas. No sabemos darle tiempo al tiempo, vivir en calma, confiar. Todo ha de ser ya.
Sin este espacio, no es posible generar encuentros genuinos y auténticos. Un encuentro de verdad con un otro es un momento de conexión de calidad. Cuando esto sucede, el tiempo se detiene y no hay nada más. Hay escucha, hay comprensión, no hay juicio, somos nosotros pero también somos el otro. Nos salimos de nosotros mismos y conectamos con algo universal. Todo está bien. Si tuviéramos más momentos así, no llenaríamos nuestros vacíos con nada más. Porque no estaríamos tan vacíos, estaríamos bien la mayor parte del tiempo.
Según nos vamos haciendo mayores, las noches nos desvelan con nuestros temas inconclusos. Pensamos, "no estoy bien". Me preocupa esto, esto, esto. Una batería the temas se suceden en nuestra cabeza. En la noche no es posible distraernos, todo lo que está por resolver aparece. Muchas personas toman ansiolíticos, somníferos, en fin, ¿cómo callar la mente? La verdadera receta: nutriendo el alma. Siendo conscientes de que todos estamos subiendo un Everest con momentos de soledad, de hambre, de frío, o sed. Es condición humana. Luego admiramos a estos luchadores que consiguen llegar a la cima, pero nosotros también lo hacemos en nuestro día a día.
La felicidad es la suma de muchos momentos buenos, pero también de proyección, de estar alineado, de ser coherente, de tener paz interior.
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